Queridos egresados, queridas egresadas...
Hoy es su
día. Hoy cierran una etapa importantísima en su vida. Todavía recuerdo ese
primer día en el que entré al aula y los encontré silenciosos y tímidos. Y
llegó nuestra primera asamblea, esa donde nos propusimos algo que ni sabíamos hasta
dónde podía llegar. Llegó a 9 hermosos programas de radio. Eligieron llamarse “El recreo de los
invisibles”, animándose a dedicarse un tiempo para ponerse a la vista del
mundo. Y sus palabras fueron oídas, comentadas, reconocidas. Se animaron a
construir hermosas historias, a observar nuestro barrio y comprender sus
complejidades. Se atrevieron a discutir lo que viene dado y luchar para
transformarlo. Tomaron las palabras y las hicieron suyas para denunciar las
injusticias que sus juventudes viven, para contarle al mundo qué es lo que pasa
en la escuela pública, para decir que vale la pena amar y gritárselo al universo.
Se pusieron a la vista del mundo. Se tomaron un recreo del silencio y llenaron
el mundo de palabras.
Queridos egresados, egresadas, eternos cooperativistas… en esta escuela que hoy los despide, construyeron sus primeras letras, hicieron los primeros amigos y amigas, se despegaron de sus casas, se enamoraron. Entre estas paredes jugaron, discutieron y defendieron con la potencia de la voz propia su derecho a la educación. Aquí, se animaron a mostrar quiénes son.
Hoy, nos toca despedirlos y despedirlas, pero una despedida que es tan solo de roles. Hoy dejan de ser nuestros alumnos y nuestras alumnas, pero por siempre, la huella de sus ideas, de sus pasos, de sus sueños, estarán guardadas entre las paredes de su querida escuela, en los recuerdos de cada uno de los maestros y maestras que tuvimos el placer y el orgullo de haber compartido los días con ustedes.
Hoy sólo nos queda agradecerles por ser ustedes quienes nos enseñan a nosotros, los adultos, que vale la pena seguir dando la batalla en las aulas. Ustedes nos muestran que hay futuro. Por eso, como muchas veces lo discutimos en nuestras asambleas, les pedimos que no den nada por obvio, que sigan mirando al mundo con sus ojos críticos, que nunca dejen de preguntarse por qué pasa lo que pasa, que se junten, que busquen a los que están en la misma que ustedes, que sigan mirando al que necesita que le tiendan una mano. Ya lo probaron, ya lo discutieron, ya lo aprendieron: no hay nada que pueda cambiarse solo o sola. Por eso, júntense, participen, organícense y nunca den ninguna batalla por perdida. Ustedes se sintieron invisibles y se animaron a mostrarle al mundo que no lo eran.
Acá nos dejan y acá estaremos siempre para cuando nos necesiten. Nos llevamos un pedacito de cada uno y de cada una de ustedes en nuestros corazones. La 23 los guarda en su recuerdo. Y las puertas de nuestra escuela, la que ustedes habitaron, los espera cuando deseen volver.
Los y las queremos mucho. Y los y las vamos a extrañar. ¡Qué vivan los egresados, qué viva el Recreo de los Invisibles y qué viva la Escuela Pública!
Hasta los abrazos, siempre.
Queridos egresados, egresadas, eternos cooperativistas… en esta escuela que hoy los despide, construyeron sus primeras letras, hicieron los primeros amigos y amigas, se despegaron de sus casas, se enamoraron. Entre estas paredes jugaron, discutieron y defendieron con la potencia de la voz propia su derecho a la educación. Aquí, se animaron a mostrar quiénes son.
Hoy, nos toca despedirlos y despedirlas, pero una despedida que es tan solo de roles. Hoy dejan de ser nuestros alumnos y nuestras alumnas, pero por siempre, la huella de sus ideas, de sus pasos, de sus sueños, estarán guardadas entre las paredes de su querida escuela, en los recuerdos de cada uno de los maestros y maestras que tuvimos el placer y el orgullo de haber compartido los días con ustedes.
Hoy sólo nos queda agradecerles por ser ustedes quienes nos enseñan a nosotros, los adultos, que vale la pena seguir dando la batalla en las aulas. Ustedes nos muestran que hay futuro. Por eso, como muchas veces lo discutimos en nuestras asambleas, les pedimos que no den nada por obvio, que sigan mirando al mundo con sus ojos críticos, que nunca dejen de preguntarse por qué pasa lo que pasa, que se junten, que busquen a los que están en la misma que ustedes, que sigan mirando al que necesita que le tiendan una mano. Ya lo probaron, ya lo discutieron, ya lo aprendieron: no hay nada que pueda cambiarse solo o sola. Por eso, júntense, participen, organícense y nunca den ninguna batalla por perdida. Ustedes se sintieron invisibles y se animaron a mostrarle al mundo que no lo eran.
Acá nos dejan y acá estaremos siempre para cuando nos necesiten. Nos llevamos un pedacito de cada uno y de cada una de ustedes en nuestros corazones. La 23 los guarda en su recuerdo. Y las puertas de nuestra escuela, la que ustedes habitaron, los espera cuando deseen volver.
Los y las queremos mucho. Y los y las vamos a extrañar. ¡Qué vivan los egresados, qué viva el Recreo de los Invisibles y qué viva la Escuela Pública!
Hasta los abrazos, siempre.